Es el jefe quien le da renombre al tomarlo como su propiedad exclusiva de esparcimiento y reposo. Esa, que fue una vez la prestigiosa Hacienda Fundación, es hoy una villa habitada por mas de 3,000 personas que día tras día sufren los estragos de la carestistía de los servicios, como es normal en la media isla sobre la que se constituye la nación. Con rostro sonriente y entusiasta, la Sra. Úrsula expresa sentirse orgullosa de la comunidad donde vive. Mientras prepara los helados que suele vender a los más fieles clientes, los niños, cuenta que aunque lentamente y con sus limitaciones, ha sido testigo de que el barrio ha experimentado avance desde que se mudó en el 1996. “Es verdad que hay necesidades, pero yo tengo la esperanza de que los problemas de este barrio se solucionen y algún día así será”. Este es, sin duda alguna, la esperanza y clamor unánime de cientos de personas que allí moran, deseando no quedar estancados en la pobreza, que no se hace ausente. Niños descalzos, otros con lindos zapatos. Unos con juguetes nuevos, otros con carritos de cartón, es la realidad de muchas de las familias que habitan en el sector. Donde las posibilidades económicas tocaron a unos y otros no.
Dotada de un solo centro de educación pública, los padres se ven obligados a enviar a sus hijos a estudiar a otros centros de la provincia cuando ya no hay cupo en el que, por alguna razón lógica, fue localizado en su comunidad.
Vida en cubetas
Es sabido que uno de los elementos mas importantes para la subsistencia es el agua. La carga de este en cubetas y galones se ha convertido en el pan de cada día para los habitantes de esta singular comunidad.
Pasan meses sin que las personas de este sector vean el agua fluir por sus duchas, a pesar de que la comunidad se encuentra localizada a pocos kilómetros de “La Toma”, la cual abastece de agua a gran parte de la población de San Cristóbal. Las autoridades competentes atribuyen la ausencia de tan importante líquido a un problema existente en las tuberías por las cuales el agua está supuesta a circular.
Dicen, que éstas se encuentran situadas de manera tal que para que la misma fluya, necesita un gran nivel de presión, por lo que el agua apenas llega a las llaves bajas y subterráneas de las casas que poseen cisternas. Los moradores del lugar reciben facturas que deben pagar al Instituto Nacional de Aguas Potables (INAPA), mensualmente por “consumo de agua”.
A esto se suma el hecho de que los que no tienen la suerte de tener un vecino en cuya casa haya cisterna o tinaco, se ven obligados a comprar tanques de agua diariamente, pagando entre $60 y $70 pesos, precios establecidos por camioneros que, tomando ventaja de la situación, han hecho de esta venta su sustento. Los líderes comunitarios dicen que son innumerables las veces que han asistido, en distintas comisiones, a las oficinas del INAPA buscando una solución que les permita recibir lo que ellos llaman vida o liquido vital, pero esta aun no se ve llegar, por lo que se ven obligados a cargar la vida en cubetas.
El Chimi
El punto de reunión para quienes, alegando no tener nada que hacer, pasan las noches sentados viendo la vida pasar sin nada que aporte, es este diminuto puesto de comida. Cual violinista dedica horas y horas practicando para mejorar sus interpretaciones, esos jóvenes que, generalmente incurren en la delincuencia, dedican todas su noches al grupo del Chimi, donde al no tener otra forma de esparcimiento, pasan la noche entre palabras, cervezas y hamburguers o Chimichurrys.
Esta es una de las razones por las que las redadas policiales no se hacen esperar, pues lo que pocos no ignoran es que hay algo más que el simple chimi. Esta comunidad cimentada bajo la tiranía y fundada sobre la democracia, es el escenario de una inquietante realidad social. Jóvenes dedicados a la vagancia, y en contraste, otros que se han dedicado a los estudios con esmero y empeño. Personas de diversas posiciones económicas constituyen el marco en que se desarrolla esta joven comunidad del sur, localizada a orillas de la Autopista 6 de noviembre.
Precariedades, desigualdad, pobreza, son condiciones que no empañan el futuro prometedor de Villa fundación, siempre que las autoridades presten atención a las latentes necesidades del barrio, y así sea posible el avance y crecimiento en tan importante comunidad, que un día fue fortuna de un tirano, hoy heredad de quienes allí residen.
Berny Figuereo Neró
DC-4343
Profesor Agustín Cortes Robles
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